Los sueños, en ocasiones, se hacen realidad. Eso sucedió el 18 de diciembre de 2022, en el lejano estadio de Lusail, cuando Gonzalo Montiel selló la serie de penales que definió la final de la Copa del Mundo. El beso de la pelota a la red ratificó que una fracción de segundos puede volverse eterna y que la alegría, al ser compartida, se multiplica. Aunque un triunfo deportivo no borra las dificultades ni soluciona los problemas, el título en Qatar nos regaló momentos que serán atesorados por siempre.
