Se dice con razón, que ir a París sin pasar por el Moulin Rouge, es perderse mucho de la historia más genuina de Europa. El cabaret y music hall más glamoroso de París nació en un período de cultura popular único en la historia de Francia… liviandad, euforia, regocijo, Joie de Vivre… eran las características que definían el modo de encarar y disfrutar la vida.
Los primeros diez años del Moulin Rouge iban de un remolino a otro, eran mucho más que noches extravagantes y se inspiraban en el circo. Este ambiente favorecía la creatividad artística, aparecían los círculos literarios con su apetito desenfrenado de disquisiciones satíricas y joviales, mientras los pintores y dibujantes encontraban particular inspiración en este jubiloso período de entorno superficial.
The Quadrille y el Can-Can Francés
En 1850, Celeste Mogador, inventó un nuevo baile: The Quadrille, un ritmo movido y escandaloso, caracterizado por la flexibilidad y el balanceo con un toque de acrobacia. Las chicas del Quadrille, muy provocadoras e impúdicas para la época, pusieron de cabeza a la alta sociedad con sus gritos y ropas excitantes. Inspirado en ese preludio del rítmico baile, Charles Morton inventó el Can-Can Francés, y mientras la sociedad británica se encontraba fascinada por el Quadrille, la popularidad del Can-Can en Francia continuaba creciendo hasta convertirse en un baile ritual. Exclusivamente interpretado por mujeres, su esencia consistía en gritar, extender y elevar las piernas mostrando la ropa interior.
Con toda esta mixtura, el entorno social, cultural y artístico era realmente festivo. El Molino, ese nuevo music-hall enclavado en el Jardín de Paris, no iba a pasar desapercibido. El público llegó en masa a la Place Blanche, sitio donde estaba emplazado, para descubrir este lugar extravagante con una gigante pista de baile en el centro, espejos por doquier y galerías que eran el último grito en elegancia. Mujeres de vida fácil en un jardín decorado con un gran elefante y una brutal montura, proporcionaban un ambiente salvaje, un show que no se desarrollaba sólo sobre el escenario, sino en todas partes; aristócratas y hedonistas se divertían uno al lado del otro, en un ambiente de euforia total.
Por entonces, los directivos del lugar eran Joseph Oller y Charles Zidler. Ellos apodaron su establecimiento “El Primer Palacio de las Mujeres”, y debido a su éxito, gritaron que el Moulin Rouge se transformaría en el “templo de la música y el baile”. Y así fue…
Luego de la Primera Guerra Mundial, Francis Salabert gerenció el Moulin Rouge, era más un hombre de negocios que un showman, por ello contrató al mejor director de teatro de revistas de aquel tiempo. Soñaba con hacer un espectáculo con bailarinas americanas de tal forma que crearon la revista “New York - Montmartre”. Encabezando la cartelera estaban las hermanas Dolly, las primeras gemelas en la historia del music-hall. El estilo Broadway tuvo un gran impacto al ingresar a la escena parisina, y Mistinguett, conocida como la Reina del Cabaret por la composición de sus bellas canciones, iniciaba una gran revolución.
Otro talento surge por entonces, Gesmar, un joven diseñador de sólo veinte años. Sus vestuarios de gran ostentación e increíble belleza permanecieron por décadas asociados a la imagen del Moulin Rouge. Pero luego del retiro de la subyugante Mistinguett, nada volvería a ser lo mismo. El Séptimo Arte aplastó a la “Gran Revista” y la pista de baile se transformó en un night-club. Lo cierto es que, entre 1939 y 1945, París no tuvo mucha diversión bajo la ocupación alemana. Pocos días antes de la liberación de la ciudad de la luces, fue Edith Piaf el verdadero solaz que cantó sobre el escenario del Moulin Rouge, manteniendo viva la llama de esa energía arrolladora.
El Bal Populaire
Seis años después de la Segunda Guerra Mundial, el Moulin Rouge recuperó su magnificencia y legendaria fama. Nuevamente las noches maravillosas de París retomaron el esplendor perdido, hasta que en el 1955 dos personajes claves: Joseph y Louis Clérico, toman la gerencia del establecimiento y son los encargados de continuar con la gran tradición del “Bal Populaire”.
Pronto, otra pequeña revolución sucedió en el Molino: se incorporó una cocina, el “dinner-show”, la que se transformó en la mayor atracción parisina. Como el público realmente disfrutaba de esta nueva opción de cenar apreciando un show, su fama trascendió rápidamente y fue llegando gente de todas partes del mundo a este ícono de la capital francesa.
Tanto principiantes plenos de promesas como personajes consagrados se transformaron en estrellas al pasar por su escenario, como Charles Aznavour. El mismo Elvis Presley nunca iba a París sin hacer una escala por el Moulin Rouge, decía que estaba enamorado de las bailarinas del Can-Can. Otras celebridades internacionales que lo frecuentaban eran: Frank Sinatra, Maurice Chevalier, Jean Gabin, Tony Curtis, Jerry Lewis, Edith Piaf, Yves Montand, Elton John, Margaux Hemingway, Ella Fitzgerald, y tantos otros.
En 1964, Jacki Clérico, por entonces director del cabaret más glamoroso del mundo, se embarcó en una nueva aventura: la construcción de un acuario gigante donde bailarinas desnudas se movieran como sirenas frente a los atónitos espectadores. Jacki Clérico también creó un ballet de bellas mujeres en topless, toda una novedad en el mundo del espectáculo. Por su iniciativa también todos los nombres de las diferentes revistas del Molino, comenzaron con la letra “F”: Formidable, Frou-Frou, Féerie, y lo que inició siendo una superstición, ahora se tranformó en una tradición. Y es así como gente de la realeza, personajes influyentes de las artes y la política de todo el mundo, estrellas del espectáculo y la más alta sociedad, deambulan por sus pistas.
“El cabaret Moulin Rouge fue fundado en 1889 por Joseph Oller (1839-1922) y Charles Zidler (1831-1897). La intención de los fundadores de este cabaret, inaugurado el 10 de octubre al pie de la colina de Montmartre, era crear un lugar dedicado al entretenimiento para un público muy diverso. Gracias a su ubicación en un barrio de moda como el 18º distrito de París, todavía una zona rural en aquella época, el cabaret cobró fama rápidamente sirviendo de inspiración a artistas conocidos internacionalmente, como Henri de Toulouse-Lautrec y Auguste Renoir”.
“En los años cincuenta se llevaron a cabo obras en el Moulin Rouge. Georges France, que impulsó la reforma, inauguró en 1951 el nuevo cabaret en presencia del presidente de la República Francesa, Vincent Auriol. Se trataba de devolver al lugar su espíritu de cabaret en el que el público se divertía con revistas espectaculares formadas por artistas de extraordinario talento. Esta nueva vida comenzó acompañada de un espectáculo en el que actuaban, entre otros, Charles Trenet, Bourvil y Charles Aznavour”.
“Tras el incendio de 1915 que destruyó el Moulin Rouge, el cabaret no se reconstruyó hasta 10 años más tarde. En aquella época, la actriz, cantante y bailarina Mistinguett pasó a ser la codirectora del cabaret para dejar su impronta en el lugar. Esta estrella de la Revue Mistinguett (1925) fue también directora de los talleres de costura. Sus canciones como Ça, c'est Paris! o Il m'a vue nue son una parte inseparable de la historia del Moulin Rouge, al igual que On m'suit cantada con Jean Gabin. Cuando Mistinguett dejó el Moulin Rouge, el teatro, que disponía de 1.500 asientos, fue transformado en club de baile durante la Segunda Guerra Mundial. Fue una época en la que el lugar ganó algo del esplendor perdido gracias a la actuación de los emblemáticos Édith Piaf e Yves Montand allá por el año 1944”.
“Durante los primeros años del Moulin Rouge se fueron sucediendo noches de fiesta en las que corría el champán y actuaban famosas bailarinas. En esta época nació la célebre cuadrilla que conocemos como el «cancán francés». El establecimiento servía bebidas mientras los invitados disfrutaban del espectáculo o bailaban en la pista instalada para ello. Con una arquitectura poco convencional y una decoración extravagante, que incluía un elefante en el jardín, el Moulin Rouge no podía sino atraer a una sociedad con ganas de diversión”.
Autor: Gentileza Fanny Rabasse y Moulin Rouge de París