El artista plástico Miguel Ángel Baca, nació en Barrancas, provincia de Santa Fe. Desde muy niño, junto a sus padres, se trasladó a Capitán Bermúdez, donde vivió hasta que se mudó finalmente a la ciudad de Rosario, allí formó su familia y reside hasta el día de hoy.
Su pasión por el arte se despierta desde muy pequeño; ya en sus comienzos escolares llamaba la atención de sus docentes por la facilidad para el dibujo con detalles precisos, que no es tan habitual en niños de corta edad. Los paisajes con real definición, y la expresión en el rostro de sus incipientes dibujos, ya eran completos, ojo, boca, nariz, ubicados con precisión. En la etapa de la secundaria, las caricaturas hechas de sus compañeros y docentes, hacía que se destaquen por su sensibilidad y visión para captar la singularidad en la expresividad de los rostros.
En sus inicios tomó clases con la profesora Miriam Pratt que fue su guía por varios años y es el comienzo de su participación en concursos. Con doce años, gana el primer premio con su cuadro por el día de la madre, luego por pedido de la Municipalidad de Capitán Bermúdez, realizó un mural de José de San Martín en la plaza que lleva ese mismo nombre. A sus veinte años realizó su primera muestra individual en el Centro Cultural de su ciudad.
En la búsqueda de seguir aprendiendo nuevas técnicas, comenzó a recorrer distintos talleres de enseñanza. Esta inquietud, lo lleva a sumarse al grupo de alumnos de Manuel Martínez, luego al de Ambrosio Gatti, donde participó de varias muestras colectivas. Años después se unió al grupo de artistas con Nelly Cortizo, al que asistió varios años y participó en concursos como el de Artistas Noveles, el de Artistas Plásticos, en el Salón Primavera en categoría “A”, logrando menciones en cada una de esas instancias. En los años siguientes, en el Salón Primavera logró el 1° Premio en categoría “B” y luego también el 1° premio en categoría “A”.
También participó como jurado en el vigésimo Encuentro de Pintores organizado por el Museo Ambrosio Gatti.
La necesidad de dar otro salto en la creación de una obra, lo lleva a ampliar las posibilidades mediante la incorporación de nuevos materiales y herramientas. Entre ellos, se encuentran la carbonilla, la acuarela, el acrílico y el óleo, que se pueden aplicar con pinceles, espátulas, esponjas, entre otros. Estos elementos contribuyen a crear una impresión agradable a la vista del observador. Esta necesidad lo aproxima al hiperrealismo con especialización en retratos y animales, sin dejar de lado paisajes, bodegones, naturaleza muerta, etc. Es así que comienza a viajar una vez al mes a Buenos Aires durante tres años consecutivos a concurrir al taller de uno de los mejores pintores de hiperrealismo de nuestro país, Jorge Rajadell, con quién además de ampliar sus conocimientos, forjaron una hermosa amistad que quedó por siempre en su corazón, lamentando que hoy ya no esté en este plano, pero su enseñanza le dio una impronta que hoy lo diferencia y es el balance de su trayectoria. Paralelamente a su recorrido por el arte, trabaja en su otra pasión, que es la venta de inmuebles, “Imagen Bienes Raíces” es su creación comercial, donde sigue ejerciendo hasta el día de hoy. Desde hace trece años su necesidad de ser él ahora quien sea un canal de transmisión de su saber, lo llevó a que abra su propio taller donde año a año se suman nuevos alumnos para recibir la guía en el camino del arte, el dibujo y la pintura.
Su pasión, que a través de pinceles y espátulas vuelca en telas, hace que hoy sus obras formen parte de la decoración de muchos hogares, tanto en este país como en el extranjero. Esa profunda pasión hace que quienes conozcan sus obras digan que Miguel lleva el arte en sus venas.