El polifacético artista Bruno Mars nació en Honolulu, capital de Hawái, una pequeña ciudad que se halla muy lejos de Nueva York, de Los Ángeles y el resto de las enormes urbes cosmopolitas que caracterizan al suelo estadounidense. La Polinesia, por su parte, es un conjunto de islas que se encuentran en el océano Pacífico, formando parte de Oceanía. En dicha región rebosante de bellezas naturales y dueña de una rica cultura se sitúa precisamente Hawái, un archipiélago que constituye el único estado insular de los Estados Unidos. En este territorio de costumbres ancestrales, entre olas y volcanes, nació uno de los músicos más importantes de la actualidad: Bruno Mars.

Con el ritmo en la sangre

Hay un pentagrama grabado en los genes de esta estrella: Bernadette San Pedro Bayot, su madre, llegó a Hawái procedente de Filipinas. Bailarina de la clásica danza hula, en un show conoció a Peter Hernández, un percusionista nacido en Brooklyn. El romance no tardó en hacerse presente, la pareja se consolidó y de ese amor nacieron seis hijos.

Peter Gene Hernández, Bruno Mars, el más famoso de ellos, abrió los ojos al mundo el 8 de octubre de 1985. A los dos años, su padre comenzó a llamarlo Bruno ya que notó un parecido físico entre su hijo y Bruno Sammartino, un popular luchador profesional, al cual su padre admiraba profundamente; pero la influencia musical no estaba marcada a fuego solo en sus progenitores, su tío, también artista e imitador de Elvis Presley, fue quien lo impulsó a subirse a un escenario por primera vez cuando tenía apenas tres años para interpretar clásicos del Rey del Rock y de Michael Jackson. Poco tiempo después, Bruno se integró a la banda familiar, llamada “The Love Notes”, presentándose en vivo varios días a la semana. Así, Bruno creció entre tambores, guitarras, trompetas y aplausos del público y no tardó en acercarse al canto, pronto aprendió a tocar sus primeros instrumentos y la admiración de la gente, lo fue acompañando en cada uno de sus pasos ascendentes.

Crecer ante los flashes

En 1984 empezó a publicarse “MidWeek”, un semanario que se posicionó entre los medios de comunicación más relevantes de Hawái. El pequeño Bruno tenía cinco años cuando en 1990, llegó a la tapa de este periódico, siendo presentado como el Pequeño Elvis de Waikiki, el barrio de Honolulu donde se crió.

Por aquella misma época el hijo de Peter y Bernadette sorprendió al cantar en el entretiempo del Aloha Bowl, la final de una subdivisión del fútbol americano colegial. El encuentro en cuestión se disputó en el Aloha Stadium, el recinto deportivo de mayor capacidad en toda la región, fue así como estas muestras públicas de su innegable destreza musical hicieron de Bruno un niño prodigio. Ya en su infancia, sus aptitudes se difundieron a lo largo y ancho de la isla: todo indicaba que su nombre iba a resonar mucho más allá de la Polinesia.

Hollywood lo descubrió en 1992. En la comedia “Honeymoon in Vegas”, que contó con las actuaciones de Nicolas Cage, Sarah Jessica Parker y James Caan, Bruno tuvo un papel muy pequeño imitando a Elvis. En esos años también apareció en canales televisivos de alcance nacional como MTV y CBS. Los ojos del mundo comenzaron a posarse sobre él.

La meca de Los Ángeles lo esperaba…

La armonía terminó cuando cumplió doce años y sus padres se divorciaron. Esta separación marcó el final de “The Love Notes” y el inicio de una decadencia económica familiar que lo llevó a vivir en lugares muy precarios y a varios cambios de escuela.

A Bruno, de todas formas, el destino le había preparado la gloria. Nunca dejó de estudiar distintos instrumentos, siguió practicando y perfeccionándose y la estela de cada uno de sus shows fue cada vez más notoria. Ya sea con su grupo The School Boys en el President Theodore Roosevelt High School de Honolulu, imitando a Michael Jackson, o realizando covers de The Temptations, logró generar fascinación en su infancia y adolescencia. Al completar la educación secundaria, la decisión ya estaba tomada: la meca de Los Ángeles lo esperaba.

Más cerca de las estrellas

Cuenta la historia que su hermana mayor Jaime fue clave en la aventura angelina. Con contactos en la ciudad más poblada de California, fue quien distribuyó su demo entre productores y discográficas.

Hubo un primer contrato con Motown Records que no prosperó, pero el recorrido estaba en marcha. Y con el nombre artístico ya definido, en Los Ángeles, Peter Gene Hernández se convirtió en un exitoso Bruno Mars. A la ocurrencia de su padre por su semejanza física con el luchador, le sumó el apellido Mars (Marte) ya que sentía que no pertenecía a este mundo. La denominación también le sirvió para eludir estereotipos y desorientar a los popes de la industria, que pretendieron en un primer momento venderlo como un cantante latino.

En crecimiento paulatino pero firme, Bruno se desempeñó como productor y compuso temas para otros artistas antes de lanzarse como solista. Adam Levine, Travis McCoy, Sean Kingston y Alexandra Burke, son algunas de las celebridades que se beneficiaron con los aportes del genial hawaiano.

Dos colaboraciones surgen como puntos clave en la trayectoria de Mars y en su despegue definitivo. Con B.o.B. grabó “Nothin' on You”, mientras que con el mencionado McCoy registró “Billionaire”, en ambos casos aportando su voz. Estas canciones dadas a conocer en los primeros meses de 2010 alcanzaron los primeros puestos de los rankings y le otorgaron una notoriedad asombrosa.

 

La fuerza de su firma

Bruno Mars fue completando cada uno de los casilleros en su travesía al estrellato. De tocar y cantar junto a su padre y su tío a conquistar Hawái; de producir y componer para otros artistas en Los Ángeles, a tomar el micrófono y dejar su propia huella en colaboraciones que trascendieron y ya preparado para subir un nuevo escalón, el 11 de mayo de 2010 llegó su debut discográfico como solista: “It's Better If You Don't Understand”. Este EP de cuatro canciones consiguió ingresar al Billboard 200. Cinco meses después, irrumpió en las bateas con su primer álbum de larga duración, al que bautizó “Doo-Wops & Hooligans”.