Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail
Thmubnail

Hay evidencias históricas que revelan la existencia de animales semejantes a los caballos árabes de la actualidad hace unos 4.500 años. La raza nació en las regiones desérticas de Medio Oriente, bajo el sol abrasador de aquellas tierras. Según una leyenda transmitida por los beduinos de generación en generación, Alá creó el desierto, el viento del sur y, combinando a ambos, un caballo capaz de volar sin alas. Otro mito sitúa los orígenes del caballo árabe en los descendientes de Baz, una yegua de un hijo de Adán y Eva. La fe y la realidad pueden cruzarse de distintas maneras; lo cierto es que los caballos árabes tienen un origen remoto. A partir de la actividad comercial, las conquistas musulmanas y las guerras, la raza se expandió a lo largo y ancho del globo.

--

Un relato tradicional sostiene que, en el siglo VII, Mahoma ordenó encerrar a un grupo de caballos en una cueva, donde los mantuvo cautivos durante una semana sin agua ni comida. Cuando los liberó, todos corrieron hacia un río cercano para saciar su sed. El profeta comenzó entonces a llamarlos, pero la mayoría de los equinos lo ignoró. Hubo cinco yeguas, sin embargo, que respondieron al llamado y regresaron con su amo. Mahoma, satisfecho, bendijo a los animales. De acuerdo a esta narración, los caballos purasangre de hoy descienden de ese selecto conjunto.

--

Los cuidados que le daban los beduinos en la antigüedad, protegiéndolos incluso adentro de sus carpas, contribuyeron al forjado de un vínculo especial con los seres humanos que se mantiene en la actualidad. La participación en invasiones y conflictos bélicos, en tanto, desarrolló el sentido de alerta de los caballos árabes y construyó su fortaleza. La intención de llevar estas cualidades a más exponentes ecuestres propició la utilización de este linaje para la introducción de mejoras en otras castas. Por eso buena parte de las razas equinas modernas presentan características propias del caballo árabe.

--

Frente amplia, en ocasiones con una elevación entre los grandes y vivaces ojos para afrontar mejor las condiciones del clima seco. Hocico pequeño, aunque con fosas nasales amplias. Cabeza con apariencia de cuña y cuello arqueado para un perfil cóncavo. La cola, en alto. El caballo árabe exhibe propiedades físicas distintivas, que lo hacen fácilmente reconocible incluso entre quienes no están familiarizados con las diversas clases de equinos. Su alzada va de los 143 centímetros a los 152, aunque muchos dueños buscan ejemplares de mayor altura a través de cruzas. Su peso promedio es de 350 kilogramos, mientras que su esperanza de vida ronda los 35 años.

--

Una particularidad de algunos caballos árabes es que cuentan con menos huesos que otros animales de su tipo. Pueden disponer de diecisiete pares de costillas en lugar de dieciocho, y de cinco vértebras lumbares en vez de seis. Los huesos, de todas formas, se destacan por su densidad y son muy fuertes. Con su cuerpo compacto pero vigoroso y robusto, el caballo árabe puede transportar a cualquier jinete sin mayores inconvenientes. Su agilidad y su balance además le permiten desplazarse con comodidad por múltiples terrenos y triunfar en diferentes disciplinas deportivas.

--

Habituado a convivir y compartir con las personas desde hace miles de años en el desierto, el caballo árabe desarrolló una gran capacidad de aprendizaje. Su comunicación con el jinete o el criador es muy buena y su inteligencia acorta los tiempos de entrenamiento. Esa misma inteligencia, de todos modos, lo vuelve poco tolerante ante acciones abusivas o prácticas que no le agradan. Independientemente de esta cuestión, los expertos valoran su carácter dócil.

--

En el conjunto de los caballos árabes es posible distinguir numerosas variedades o líneas. Las más conocidas son Muniqui, cuyos miembros se caracterizan por la velocidad; Saqlaui, admirada por sus valores estéticos; y Kuhaylan, que incluye a los animales de mayor fortaleza. Los orígenes de estas tres vertientes de la raza están vinculados a la leyenda de Mahoma y su prueba con los ejemplares que encerró durante una semana en una cueva. Muniqui, Saqlaui y Kuhaylan son los nombres que el profeta dio a tres de las yeguas que, tras la liberación, acudieron a su llamado mientras la mayoría de los animales bebían agua desesperadamente, sin prestarle atención.

--

Numerosos caballos árabes lograron sumarse a los libros de historia por sus proezas aunque pocos alcanzaron la trascendencia de Marengo, el corcel preferido de Napoleón Bonaparte. La caballeriza del emperador francés se componía de más de un centenar de ejemplares, pero Napoleón acudía una y otra vez a Marengo. El líder galo y el equino fueron socios en las batallas de Austerlitz, Jena, Wagram y Waterloo, donde el animal fue capturado por el barón William Henry Francis Petre. Fallecido en 1831, el esqueleto de Marengo se encuentra en el Museo Nacional del Ejército en Sandhurst. Al caballo le faltaba una pezuña que recién fue recuperada en 2017. Ese mismo año se dio a conocer un reclamo del pueblo irlandés de Buttevant, que exige los restos de Marengo ya que sus habitantes sostienen que formó parte de una cuadra local antes de ser comprado por los franceses.

--

Los caballos árabes son motivo de encuentro y protagonistas de diferentes tipos de eventos. En el pasado mes de enero, Uruguay albergó la 35º Semana Internacional del Caballo Árabe. El acontecimiento se llevó a cabo en Haras Nahuel, un establecimiento ubicado cerca de Punta del Este, con un programa que anunciaba cabalgatas, pruebas, remates, una plaza con food trucks y hasta un show en vivo de Braulio Assanelli, ganador del concurso televisivo “La Voz Argentina”. En nuestro país, por otro lado, la muestra “Nuestros caballos” que se llevó a cabo en abril de 2018 en el predio ferial La Rural cobijó una nueva edición de la Exposición Nacional del Caballo Árabe. De la propuesta participó la Asociación Argentina de Criadores de Caballos Árabes.