Una infusión es mucho más que una bebida. Puede tratarse de una excusa para reunirse, un motivo para hacer una pausa o simplemente un pretexto para construir un momento placentero. Eso ocurre con el té, que es un vehículo de rituales y costumbres en distintas partes del mundo. En varias regiones, las ceremonias asociadas a este producto despiertan admiración ya que conjugan sabores deliciosos, aromas cautivantes y simbolismos de gran valor histórico y cultural.
El té está entre las bebidas más consumidas a nivel mundial. Incluso hay informes que la sitúan solo por detrás del agua, superando al café, el vino, la cerveza, los jugos y las gaseosas. Para millones de personas en todos los puntos cardinales, sentarse a beber la infusión que suele prepararse con hojas de la planta Camellia Sinensis, es un hábito diario, relajante y sumamente saludable.
Desde hace miles de años, el té forma parte de la vida cotidiana de la gente. Como componente central del desayuno o la merienda, protagonizando la sobremesa o simplemente para hacer más amena una jornada, su presencia es agradable y constante.
Claro que la preparación del té no siempre se limita a llevar agua a hervor para luego echarla sobre un saquito. Hay países donde la práctica es un verdadero arte y da lugar a una ceremonia también en hebras, donde ese té es una marca registrada en la cultura de esa nación.
El chadō, tradición milenaria
Chadō es el término japonés que hace referencia a la ceremonia del té desarrollada en el territorio nipón. Un rito cuyo estilo actual tiene orígenes que se remontan a más de 500 años, con Sen no Rikyū como su principal impulsor. Este maestro, servidor del estadista y militar Toyotomi Hideyoshi, fue quien perfeccionó el procedimiento y logró resumir múltiples aristas de la cultura de su tierra en una serie de pasos. El chadō se basa en la armonía, la pureza, el respeto y la tranquilidad, rindiendo homenaje a la naturaleza.
Para Sen no Rikyū, la ceremonia del té contribuía a la paz interior. Incluso consideraba que podía aportar al entendimiento de las personas y hasta de los pueblos. Influenciado por el budismo zen, el ritual sigue transmitiéndose de generación en generación y se lo considera como una herramienta para la contemplación de lo bello.
El chadō, asimismo, es un modo de homenaje. Al invitar a alguien a beber té, el anfitrión selecciona una caligrafía para la invitación, realiza un arreglo floral y lleva adelante distintas preparaciones en honor al agasajado. En el chadō, la infusión se sirve en una taza que carece de asa, conocida como chawan. Con un cucharón de bambú se deposita el agua sobre el matcha, que se obtiene al moler las hojas de té verde.
En este caso, el té puede prepararse espeso o liviano. En Japón, los bocados dulces que complementan la ceremonia se sirven antes de la infusión: por lo tanto, no se bebe mientras se come.
Felicidad a las cinco en punto
El five o’clock tea es una institución británica. Si bien la tradición indica que debe servirse puntualmente a las cinco de la tarde, lo cierto es que hoy los ingleses ya no son tan estrictos al respecto. Se señala a la princesa portuguesa y esposa del monarca Carlos II de Inglaterra, Catalina Enriqueta de Braganza, como la responsable de imponer, poco a poco, el hábito. Esta mujer, allá por el siglo XVII, acostumbraba a ofrecer té negro a las integrantes de la corte.
A mediados del siglo XIX, Anna Maria Russell instauró la rutina del té vespertino acompañado por sándwiches para combatir el apetito entre el almuerzo y la cena. La idea de la duquesa de Bedford fue muy bien recibida por amigas y no tardó en expandirse a nivel mundial. En la actualidad, la ceremonia inglesa del té incluye el uso de teteras de porcelana o cerámica que se seleccionan con esmero ya que también se cuida la estética de la mesa servida. La infusión puede beberse con limón o con leche y se endulza con azúcar en terrones.
Es interesante señalar que las hojas de té se colocan directamente en la tetera, a la cual se le agrega el agua hirviendo. El protocolo marca que la taza se ubica sobre un plato y no debe levantarse mientras se sirve. En cuanto a los tentempiés que se suman al ritual, además de sándwiches suelen incluirse scones, tartas y muffins.
Sabores del mundo
El té negro es la variedad más popular en la fascinante India. Se vende incluso en puestos callejeros, condimentado con canela, pimienta, cardamomo y otras especias. Según la región y el gusto, puede servirse caliente o frío junto a pequeños pasteles.
En suelo marroquí, en tanto, el té verde se mezcla con hojas de menta. Es habitual que, cuando alguien recibe una visita, lo ofrezca como muestra de hospitalidad, sirviéndolo en tetera metálica y vasos de cristal con el acompañamiento de productos dulces elaborados con miel y frutos secos. El samovar es el recipiente donde se sirve el té en Rusia. Esta tetera de metal, que consta de dos o tres partes, se decora con ilustraciones folclóricas. Los rusos beben un té negro concentrado conocido como zavarka que generalmente ingieren después de comer.
La guía del sommelier de te
Al igual que sucede con el vino, el té tiene sus propios expertos que disponen de amplios conocimientos sobre la infusión. Existen academias e instituciones que forman a los sommeliers en cuestiones como las características botánicas de la planta, la historia de la producción, el servicio en mesa y la cata. El sommelier está preparado para reconocer y diferenciar las diferentes variedades de té y la mejor forma de preparar y servir cada una. También puede desarrollar blends, organizar degustaciones y llevar a cabo un análisis sensorial de la infusión.
Respaldado por su capacitación, el sommelier ayuda a enriquecer la experiencia de deleitarse con una rica taza de té en compañía de bocados dulces o salados. Asimismo, puede contribuir al entendimiento de la trascendencia cultural de las ceremonias que se despliegan a lo largo y ancho del planeta. Pero por supuesto, no hace falta una diplomatura para entregarse a la magia de esta histórica infusión que regocija al ser humano desde tiempos inmemoriales