Thmubnail
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La República de la India, el segundo país más poblado del planeta, se divide en veintinueve estados y otros siete territorios. Rayastán, o Rajastán, es el estado más extenso de la región  y ubicado en el oeste indio, tiene como capital a una de las metrópolis más pintorescas y asombrosas de la nación: Jaipur.

También llamada Yaipur, es hoy un destino turístico de importancia mundial que muchos eligen para adentrarse en la exuberante India, ya que contiene todos los ingredientes que constituyen la esencia local. Al desandar sus callecitas tan pintorescas llenas de encantadores de serpientes, se pueden encontrar palacios majestuosos, edificios de enorme valor histórico y jardines y parques de singular belleza. La vitalidad de sus habitantes, las tradiciones ancestrales y la espiritualidad asomaron a cada paso del itinerario marcado por nuestro guía, haciendo que nos sintiéramos inmersos en un ambiente muy especial.

Es posible que podamos enumerar múltiples cualidades que convierten a Jaipur en un lugar sin igual, pero hay un rasgo particular que distingue a esta urbe desde hace casi un siglo y medio y que le valió el nombre de la “Ciudad rosada” de la India, el color uniforme de sus principales construcciones y fachadas.

Jaipur, un vértice del triángulo de oro en India

Los orígenes de Jaipur se remontan a 1727. Por entonces, Jai Singh II, rajá de Amber, decidió construir un nuevo núcleo urbano ante el veloz crecimiento demográfico que ponía en riesgo la disponibilidad de agua. El gobernante convocó a Vidyadhar Bhattacharya, un arquitecto de renombre, para planificar la urbanización.

Siguiendo los principios de la doctrina hinduista conocida como vastu shastra, Bhattacharya diseñó la localidad y sus primeras estructuras, con el tiempo, Jaipur se transformó en la capital de Rayastán y en uno de los vértices del Triángulo de Oro de la India junto a Delhi y Agra. Un momento clave en el devenir histórico de Jaipur se produjo en 1876 cuando Alberto Eduardo, príncipe de Gales, llegó a estas tierras; para recibir a la autoridad británica, el marajá Ram Singh ordenó pintar todos los inmuebles de rosa, una tonalidad que se considera un símbolo de la hospitalidad, los años pasaron y esa característica se volvió un clásico de esta metrópoli india.

Hoy, a más de 140 años de la decisión de aquel marajá, las postales de Jaipur seducen a viajeros de todo el mundo que quieren apreciar con sus propios ojos las bellas imágenes de la Ciudad rosada que de tanto en tanto, engalanan revistas, documentales, portales digitales y programas de TV.

Tesoros para descubrir en Jaipur

Al pasear por Jaipur es fácil advertir que las joyas que atesora la localidad son numerosas. Tal vez la insignia de la zona sea el Hawa Mahal o Palacio de los Vientos, construido en 1799 por orden de Sawai Pratap Singh. Este monarca deseaba contar con una residencia de verano para él y su familia, donde además las mujeres de la Casa Real tuvieran la oportunidad de observar la vida cotidiana de la gente sin ser vistas. Así, la profusión de ventanas enrejadas de pequeño tamaño se convirtió en los ojos de estas damas, además de un recurso de ventilación perfecto para hacer frente a las altas temperaturas.

La combinación de arquitectura hindú e islámica

Esta combinación de arquitectura hindú e islámica que se luce en los cinco pisos del Palacio de los Vientos se contempla claramente desde el exterior: el edificio está dedicado a Krishna y su forma remite a la corona de esta encarnación de Visnú, al ingresar el visitante puede mirar por sus famosas ventanas, y visibilizar la fisonomía de Jaipur y su ajetreo diario.

Si la intención es embelesarse con vistas panorámicas, el lugar indicado para conocer es el minarete Ishwar Lat, también llamado Swarg Suli. Fue levantado por Ishwari Singh en 1749 para celebrar una victoria y hoy sirve para avistar el centro histórico.

Jantar Mantar es otro sitio imperdible en Jaipur. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2010, se trata del observatorio solar más grande creado por Jai Singh II, el fundador de Jaipur. El complejo consta de una veintena de instrumentos geométricos que, en sus orígenes, eran empleados para realizar observaciones astronómicas y medir el tiempo. De hecho, cuenta con el reloj solar de piedra más grande a nivel mundial.

En Jantar Mantar se suelen llevar a cabo espectáculos lumínicos y musicales que deleitan a los turistas, un centro de interpretación que ayuda a entender los principios de funcionamiento del observatorio.

Más allá del casco urbano, el fuerte de Amber y sus elefantes

Vale la pena seguir la recorrida por esta parte de Rayastán en las afueras de Jaipur. A solo 11 kilómetros del centro se sitúa el Fuerte Amber, que supo ser la construcción más importante de la región antes de la fundación de la ciudad planificada, su edificación se inició en 1592, mezclando los estilos hindú y mogol. Este refugio que se levanta entre colinas fue hecho con mármol blanco y piedra arenisca roja frente al lago Maota.

Pudimos acceder hasta el Fuerte Amber apelando a un medio de locomoción exótico y muy fascinante para nuestros sentidos: los elefantes. Pocos viajeros se resisten a la tentación de subirse a uno de estos inmensos animales para realizar un paseo inolvidable.

Cabe destacar que antes de arribar al fuerte, aparece otro atractivo que justifica nuestra mirada: el Jal Mehel, un palacio erigido en medio del lago Man Sagar; creado como pabellón de caza, luego se convirtió en vivienda palaciega del marajá Madho Singh I. Aunque ingresar no está permitido, muchas personas se acercan a las orillas del lago para vislumbrar este edificio que está entre los más retratados de Jaipur, cuya fotogenia y fisonomía, nunca pasa desapercibida.

Entre parques y jardines

Jaipur cuenta con obras arquitectónicas famosas como el Palacio de los Vientos, el Palacio de la Ciudad, el Museo Albert Hall, el Palacio Jal Mehel y el Templo Birla, por señalar algunas a modo de referencia. Pero también dispone de espacios verdes que son ideales para relajarse y apreciar la naturaleza. El Central Park es el parque más extenso de la localidad y presenta, entre otros atractivos, un mástil monumental que sostiene una enorme bandera india.

El jardín Ram Niwas, diseñado en 1868, se halla en el corazón de la urbe y alberga el Museo Albert Hall, un zoológico, un teatro y una galería de arte. El palacio y los jardines de Sisodia Rani con sus fuentes y pabellones; el jardín Vidyadhar bautizado en honor al arquitecto que ideó la urbanización; y el jardín Kanak Vrindavan con sus terrazas y columnas entre colinas también forman parte de la oferta turística de Jaipur.

Para conocer detalles de cada uno de estos sitios de interés, la Web de la autoridad turística de Rayastán es una excelente fuente de información: http://www.tourism.rajasthan.gov.in.

La vivienda de la familia real

Jai Singh II, el fundador de Jaipur, fue quien ideó y construyó el complejo conocido como Palacio de la Ciudad. La arquitectura mogola y la tradición rajput se combinan en los diversos edificios que componen este fascinante conjunto donde aún reside la familia real.

Más allá del impulso decisivo de Jai Singh II, los gobernantes posteriores se encargaron de ampliar las estructuras hasta forjar una obra monumental que actualmente alberga, además del sector privado que cobija al marajá y sus familiares, obras artísticas y objetos históricos que se exponen al público.

El Mubarak Mahal es una de las construcciones del Palacio de la Ciudad. Allí funciona el Museo Marajá Sawai Man Singh II, donde es posible apreciar una vasta colección de trajes reales, saris y otras prendas de indumentaria. Incluso se exhiben ropas que fueron utilizadas por diversas autoridades locales. El museo también presenta piezas de cerámica, instrumentos musicales y otros elementos.

El Palacio Maharani era el sitio destinado a las reinas. Hoy está dedicado a la exposición de armas, incluyendo algunas que datan del siglo XV. Las pinturas que decoran el techo del edificio le otorgan una belleza especial.

Para muchos, el Chandra Mahal es el inmueble palaciego más impactante del complejo. No es casual que sea el espacio donde sigue residiendo la familia real: su planta baja, de todas formas, se encuentra abierta a los visitantes. Manuscritos y alfombras que pertenecieron a integrantes de la realeza de Jaipur forman parte de los atractivos del Chandra Mahal.

Acercarse al Palacio de la Ciudad, en definitiva, permite conocer parte de la historia de Jaipur y de aquellos que, desde hace siglos, se encargan de su administración o de cumplir funciones honoríficas y protocolares.

 El Templo Birla, arte en mármol

En la base de la colina Moti Dungari se desarrolla el Templo Birla, anteriormente conocido como Templo Lakshmi-Narayan. Construido sobre una plataforma elevada, este edificio impacta por su estructura de mármol blanco que sobresale en el paisaje de la zona sur de Jaipur.

En este caso no hay una historia remota detrás: se trata de una iniciativa de la familia Birla, famosa por su éxito en el ámbito industrial. Los Birla se encargaron de levantar diversos templos hindúes a lo largo de la India y este emprendimiento de Jaipur vio la luz en 1988. Dedicada al dios Visnú o Vishnu y a su consorte Laksmi (Lakshmi), considerada la diosa de la buena fortuna, la construcción acoge numerosas esculturas y figuras centradas en la mitología local. En el sector superior, tres cúpulas representan a las principales religiones de la India.

Aunque su belleza es notoria durante todo el día, el Templo Birla se vuelve especialmente mágico cuando cae el sol. Su iluminación le permite brillar cada noche y transformarse en una de las postales más importantes de Jaipur.

 Entre peregrinos y monos

A unos 10 kilómetros de Jaipur pudimos visitar uno de los lugares más curiosos de la región: Galtaji, un antiguo centro de peregrinación que se sitúa entre colinas y que reúne tanto a turistas como a pobladores locales. La historia, la cultura y la naturaleza se fusionan a la perfección en este sitio que no deja indiferente a ningún viajero.

Ya en el siglo XV comenzaron a ser frecuentes los traslados de ascetas hindúes a este complejo. El templo principal, hecho con piedras rosadas, dispone de una serie de pabellones que se levantan en torno a unos manantiales y tanques naturales conocidos como kunds, donde los peregrinos suelen refrescarse.

La leyenda cuenta que el santo Galav meditaba en estas tierras, que sufrían escasez de agua. Gracias a sus rezos surgieron los estanques que nunca se secan y a partir de entonces se levantaron los templos de Galtaji.

Hay una construcción que se roba las miradas de los visitantes no tanto por sus características arquitectónicas, sino más bien por sus moradores: el Galwar Bagh o Templo de los Monos. Como su nombre lo sugiere, en él habitan numerosos primates que, ante cualquier descuido humano, aprovechan para revisar los bolsos y las mochilas en busca de comida.

En el sector más alto de Galtaji, finalmente, un templo dedicado al dios sol, llamado Surya o Suria, corona el complejo. La pequeña construcción levantada por Diwan Kriparam puede verse desde una gran distancia.


Autor: Editorial Sólo Líderes