Los viajes suelen estar atados a cronogramas estrictos. Hay que llegar al aeropuerto varias horas antes, apurarse para no perder el tren, considerar el tráfico si se elige el automóvil... No es el caso de los que optan por la fascinante experiencia de navegar en velero para visitar distintos países. Para ellos, el ritmo lo impone la naturaleza: cuando las condiciones meteorológicas acompañan, queda en manos de los navegantes definir el horario de salida y el destino al que se desea arribar.
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