Nació el siglo pasado en las calles neoyorquinas y ahora está llegando a los Juegos Olímpicos. Esto es breaking:un estilo de danza donde reina el freestyle, la creatividad y la destreza física.
Multitudes de ropas holgadas se amontonan en ronda para observar el enfrentamiento entre dos, pero cuando uno esperaría que empiecen los golpes, suena la música y comienza el baile. Esta batalla no es violenta sino artística, donde las agresiones son pasos de danza y la ridiculización del oponente se da sin siquiera tocarlo.
El breakdance, más conocido entre aficionados como breaking o B-Boying, es una danza urbana joven que se suele bailar sobre música funk o hip hop. Las canciones muchas veces se editan y mezclan para alargar los momentos de clímax musical, los llamados “breaks” de percusión, y de allí su nombre.
Como todo arte, reina la creatividad, pues improvisar pasos y movimientos constantemente al ritmo de la música (y sin errar, vale aclarar) no es fácil. Como todo deporte, el rendimiento y esfuerzo físico se pone a prueba segundo a segundo, donde el cuerpo es el principal protagonista. Y, para ambas disciplinas, es crucial la actitud; movimientos enérgicos y precisos determinarán al ganador de la competencia.
El legado de NYC
Como tantos otros movimientos artísticos, este tipo de baile nació allá por los años 60 y 70 en las calles de Nueva York. De hecho, fue en los barrios populares de Bronx, Queens y Brooklyn para ser exactos, donde las comunidades latinas y afroamericanas eran mayoritarias; por eso se lo suele relacionar (y confundir) con el hip hop, otra de las expresiones urbanas allí surgidas.
Se cuenta que comenzó como un método que usaban las bandas rivales de los barrios para resolver disputas por el territorio. En una exhibición de bailes por turnos, se consagraba ganador quien demostrara mayor habilidad con sus pasos, generalmente ridiculizando al oponente y, a diferencia del breaking actual, bailando siempre de pie.
Su época de oro la alcanzó en la década del 80, gracias a la influencia de artistas como James Brown y películas como Breakin’ y Beat Street, que extendieron el movimiento hacia otros países. El auge del baile impulsó que el antiguo ritual competitivo de las guerras de bandas se convierta en un nuevo fenómeno cultural: captó la atención de más personas, empezó a recibir cobertura de los medios y eventos públicos como fiestas, discotecas y espectáculos se convirtieron en el nuevo epicentro del B-Boying entre bandas.
Estilo b-boying
El breakdance es considerado uno de los pilares de la cultura hip hop, junto al grafiti, DJ-ing y rap. Es, por lo tanto, un estilo de baile dentro de esta cultura; el más conocido y extendido de todos los bailes del género, aunque no el único.
La base del B-Boying es la improvisación de los movimientos ejecutados al ritmo de la música. Los B-Boys y B-girls, como se llama a los bailarines que lo ejecutan, tienen mucha libertad de acción para expresarse en el suelo, la zona principal de baile.
Las acrobacias que realizan parecerán complejas pero se pueden simplificar en cuatro elementos clave del breakdance: el Top Rock es el baile de pie en el que prima el ritmo y la coordinación; Down Rock es la parte más compleja en la que se bailan “footworks” en el piso, con técnica y creatividad; los movimientos difíciles, atléticos y enérgicos se denominan Power Moves, que requieren de agilidad, fuerza y flexibilidad; y Freeze, como su nombre lo indica, son posturas fijas o “congeladas”, muchas veces utilizadas para finalizar.
Fuerza, equilibrio y flexibilidad son esenciales, pues los pasos demandan alta destreza física, pero la realidad es que el mayor desafío es creativo. Es, a fin de cuentas, un arte que se destaca por el freestyle, la actitud y la energía de cada breaker.
Y si de estilo se habla, es inevitable saltearse los outfits. No hay reglas a seguir, pero sí consideraciones a tener en cuenta; la ropa debe ser práctica y cómoda, y a la vez lucir bien, dando un estilo propio a cada participante. Ya sea con jeans, joggings o una combinación de bermudas y rodilleras, la ropa se destaca por ser ligera y flexible, permitiendo todo tipo de movimientos. Las camperas rompevientos suelen usarse para facilitar los pasos del Down Rock y Power Moves, mientras que los gorros y caps son fundamentales para los momentos en los que la cabeza toca el piso.
De los barrios a los Juegos Olímpicos
En el mundo del breaking, se llama batallas a cualquier nivel de competición donde los B-Boys y B-Girls participan en un espacio abierto, ya sea en círculo o en un escenario, realizando una secuencia improvisada de pasos rápidos contra un rival. Los enfrentamientos pueden ser individuales, en parejas o crews (grandes bandas de baile) y se califican según la habilidad artística, la coreografía, la innovación y carácter de cada participante.
Aunque aún sea una cultura más bien local, poco a poco surgen competencias regionales y mundiales para ver lo mejor del breakdance internacional.
Hasta ahora, solo un gran torneo mundial ha podido consolidarse: el BC One (Break Championship) celebrado por Red Bull desde 2004, considerado por muchos la mayor competición de breaking del planeta. El torneo viaja por todo el mundo viendo batallas individuales entre los mejores talentos hasta encontrar su campeón anual. Además, el equipo profesional propio de Red Bull realiza Dance Tours donde los mejores bailarines callejeros y las estrellas del rubro celebran este estilo de vida con talleres, sesiones abiertas y batallas de exhibición.
Pero la novedad viene de la mano de una competencia deportiva aún más antigua: las olimpíadas están incorporando deportes poco convencionales, como surf, escalada deportiva, skate, y el breaking podría ser uno de ellos. La inclusión de estas disciplinas en el programa deportivo forma parte del esfuerzo de la organización olímpica para atraer nuevos públicos y dar al evento una dimensión más urbana y artística.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, organizados en Buenos Aires, representaron la primera vez que el breakdance formó parte de un evento olímpico. Y todo apunta a que también será un deporte invitado para los Juegos Olímpicos de París en 2024.
Las opiniones al respecto son diversas, ya que no necesariamente implica la profesionalización de la disciplina, aunque todas concuerdan en algo: que se esté hablando del breaking a nivel internacional ayuda a la evolución, a que progrese y así adquiera relevancia en la escena cultural mundial.